Misterio adolescente.
Nada importa.
Las sillas desvencijadas, nada.
Nada la mesa de patas metálicas,
Nada el ruido, nada el olor a tabaco,
nada el frío de la calle.
El viento huracanado o el salitre, nada.
Nada el olor a pescado del puerto.
Nada, menos ese instante:
un vaso de cristal,
una bolsa de té
que hace olas
y tiñe de rojo el agua muy caliente.
Mis dedos descubriendo
los ladrillitos gemelos de azúcar,
llevándolos al borde del vaso,
obligándolos al chapuzón,
y a la lentísima caída de su dulce imperio
ante mis ojos
que hace rato han dejado de mirarte
para buscar al trasluz
el porqué de todo este ir y venir,
de este loco crecimiento
y comprender que nada importa,
nada, menos el vaso,
el té
las olas rojas
el dulce naufragio
y los ojos que miran.
No hay comentarios:
Publicar un comentario