Aurora siempre dice
que cualquier mujer lleva
que cualquier mujer lleva
incorporada una bomba
de relojería en el pecho.
de relojería en el pecho.
Puedo comprobar que eso es cierto en cada reunión
de trabajo con mujeres,
de trabajo con mujeres,
además de en otras ocasiones,
por supuesto.
I.
Es su turno y responde “¿qué quiero?”. Claro que esa era también
la pregunta.
Su mirada pasa las hojas de un libro invisible abierto sobre
la mesa.
Levanta los ojos y el libro cae al suelo, bruscamente, en
silencio.
En el aire que ocupa la pregunta
sus ojos proyectan una habitación oscura en la que arden las respuestas.
II.
Sólo ha pasado un segundo desde el “¿qué quiero?”
y ya esa mujer por
fuera es un árbol pequeño,
un helecho crecido en un parterre sombrío.
Separa los labios y parece que verdean sus hojas,
o tiemblan al paso de
un vientecillo,
y que será el frágil instante
en que se presiente una rara especie de flor trueno.
Pero ella sigue callada.
Hojas secas esperando el paso que las haga rugir.
Miedo al sonido de su sangre
…Podría despertar a la mismísima primavera.
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