A tus desórdenes, mi capitana,
pinza afilada de cangrejo violinista,
y recorta el aire en papelitos azules.
A tus desórdenes
me deshago
y me disperso hacia el naufragio.
Qué dulce el agua del mar.
Qué frío el último sol de la tarde.
2 comentarios:
linda! Me ha encantado esa actitud de ponerse a las desordenes de alguien...
A veces es más fácil ponerse a las desórdenes de alguien...pero trae más complicaciones.
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