08’25. Señora, usted y yo hemos llegado pronto.
08’26. Es fea la vida, me dice sin más.
(La vida parece un objeto
que usted se saca del monedero. Un objeto gastado y pequeño que la ha decepcionado,
como ese regalo de boda que resultó ser un jarrón o un cuadro horrible).
08:30. La vida sigue ahí sostenida entre usted y yo.
(Delante de las puertas que aún no se abren, en ese segundo
en que sus párpados marrones no pueden seguir cerrados, ni su boca casi
transparente puede evitar una mueca como la que se hace cuando nota que ese
olor viene de la mierda que ha pisado
usted misma en la calle).
08:32. ¿Y si estuviera mirando a la muerte?
(Intento saber hacia qué parte de la vida está mirando
cuando suelta ese adjetivo tan breve, usted que ha vivido tan largo y tan
conforme. Mujer de su casa, de sus hijos, de su marido, de su iglesia, de su camino
diario hasta el mercado).
08.33. El empleado calvo espera iluminado por los focos.
(Él nunca le sonreiría a nadie si no fuera necesario, y
menos a usted, señora que aprieta el monedero vacío bajo el pecho camino de la
caja, ¿avergonzada?).
08.34. Oiga, le digo sin voz, hágase cargo: Mire lo que ha dejado en mis brazos, huérfana, agonizando como siempre, una cosa fea que yo no quiero llevarme a casa.
08.35. Usted cierra el monedero, y casi sonriendo, desaparece.
No hay comentarios:
Publicar un comentario