Contar las
palmeras que han sobrevivido a la plaga.
Seguir el
río que traza la sombra por las calles hasta desembocar en el parque.
Dibujar el
mapa del reino de las veletas.
Renunciar al lenguaje de las palomas y declararse allí extranjera.
Perder la
cuenta de las campanadas del mediodía.
Recortar a ojo alzado contra el cielo la copa de las araucarias.
Beber agua
hasta ahogar la pesadilla de la última noche.
2 comentarios:
Todas me gustan.
Un beso, Angi
Las azoteas son un lugar de privilegio, donde estar a solas y conectarse al mundo, las dos cosas a la vez.
Gracias, Carmela.
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