viernes, 16 de marzo de 2012

Júpiter y Venus bailan lento.


No saben Júpiter y Venus que su lento baile es una señal de esperanza para mí. Algo de su movimiento sin avance me dice que siempre puede haber una oportunidad: a pesar de todo, allí están, acercándose y  alejándose uno del otro, esos dos planetas cuyos nombres conozco.

Mirar hacia arriba, reencontrarlos brillando en otro lugar de la noche, a miles de kilómetros de la posición de ayer pero en el mismo pedazo de cielo que mi vista alcanza, tiene efectos analgésicos: entregar mi corazón blanqueado por la sal y el ácido del día, y esperar medio segundo a que vuelva en su color y dispuesto a entrar en casa.