miércoles, 8 de agosto de 2012

El centro del verano.


Para Estrella, que también se bañó en el Zumajo.

                                                             
El centro del verano.

Flotar en las aguas verdes,
un palmo de oscuridad bajo el pie,
o quizás mil kilómetros,
hasta llegar al fondo.


Es posible rozar el limo con los dedos,
sentir el destino de los suicidas.
Pero también es posible no hacer pie,
en ese día más resplandeciente que ninguno,
en los que tendrán que venir.

Allí está todo:
En la orilla el padre y la madre, su mirada, su quehacer.
Los abuelos ¡en bañador! acercando la sandía al agua para que se refresque.
Ya en el agua, la hermana, muy cerca.
Aquello que está bien
y aquello que da miedo.
Un palmo, mil kilómetros.
La carne roja de la fruta.
Esas olitas moviendo el fondo de lajas y barro.
La mirada propia, en un mundo redondo, lento,
de agua, pinos y cielo,
En un mundo brillante.

El centro del verano,
lo posible y lo soñado,
en ese cuerpo húmedo que las aguas dulces acarician.
Todo lo vivido se pega al cuerpo.
Y pasa después a las palabras.