viernes, 12 de octubre de 2012

Cuento popular.



Y ahora el padrino, ¿dónde lo hallaremos? 
Sale un ratón detrás de un molino:
“Hagan las bodas, yo seré el padrino”.
Estando en la boda bebiéndose el vino
llegó un gato negro y se llevó al padrino.

Las bodas del piojo y la pulga. Cuento popular.


Una pareja entra en escena.
Ella, rubia de bote; él, moreno alquitrán.
Ropa de diario, dedos grises de recoger colillas, cicatrices que no se reflejan en los escaparates.
Siempre a mil kilómetros del glamur, animales de descampado, han hecho un largo viaje por las calles de su barrio hasta llegar a esa oficina en la segunda planta.

Ella (a bocajarro): Vendremos a casarnos el sábado.
Voz entrecortada que rasga el papel de citas y aliento a tabaco y cerveza que tuerce el gesto de los funcionarios.
Ella (Sin perdices y sin que suene a pareado): Mañana pagamos: el padrino está lejos y él es quien tiene la pasta. 

Él (sonríe grande): 

Guiño a la señorita que toma nota. Parece que van a irse.
Ella (a la funcionaria, metiendo la cabeza en el despacho): No nos borres de la lista, que seguro que venimos.

Qué vida esta, 
como una obra de malos y peores 
donde cada cual interpreta a muerte 
su momento de gloria o esperanza.