No quieres ver cachitos
en ese charco de lágrimas.
Me rompí
y, caigo o no caigo,
cayeron plumas blancas,
y cayó el pelaje de una
loba,
y las uñas de una gata
que se clavan en el barro
y gotas de sangre frágiles como bolas navideñas.
En el agua flotan trozos
de mi cuerpo,
carne de mazapán,
crujientes peladillas.
Ya no serviría para
adornar tu salón.
No me niego el deber de
nacerme,
ni el placer de esta nueva
combinación de fragmentos.
Floto. En trozos. Aquí
estoy. Helada.
Ni siquiera entrecerrando
los ojos verás un mensaje legible.
No mires si no te gusta.