domingo, 9 de junio de 2013

La casa de la amada.



 No es lugar
la casa de tu amada:
es olor en mitad de un sueño,
ánimo que sujeta la rama al árbol,
conjuro que niega el paso a los fantasmas.
 
No la encuentras fuera;
la sientes
cuando celebras la fortuna de tu carne.
 

sábado, 8 de junio de 2013

miércoles, 1 de mayo de 2013

La sonámbula





Sus ojos abiertos
son piedras ciegas
a los ojos de los desvelados,
y su lengua 
un mapa de coordenadas imprecisas.

Mientras sus pestañas inventan un código
que no responde
a ninguna pregunta de esta parte del mundo,
camina la sonámbula por el pasillo,
irreductible, evitando los espejos,
negando a todos su mano fría.

De ninguna otra forma puede ser más ella,
cruzando ríos,
tozuda en su abandono.





domingo, 14 de abril de 2013

Diccionario


 Diccionario.

Y le llamo miedo
a un perro sin atar
a las órdenes de un niño abandonado.

Y le llamo vida
al ojo sorprendido
cuando se ve mirando,
al pulso que se empuja en la arteria,
al pie que se camina por la fibra de cáñamo.

Y le llamo primavera 
a ese lugar de tu cuerpo
en el que las nubes se juntan
para hacer sombra fresca o tormenta.

jueves, 28 de marzo de 2013

Quien escribe.








A Laura Casielles.
A Green Aerostación.
A  La Palabra Itinerante.

     No se conoce el motivo de este comportamiento, pero quien ha viajado en globo aerostático sabe que, al sobrevolar los caseríos, los perros siempre ladran desesperados. Podría ser que el silencio que precede al rumor del viento sobre la lona les haga sospechar alguna amenaza. Lo cierto es que cuando el globo alcanza las primeras tapias y cercados, ya están los perros avisándose con sus ladridos. Al dejar atrás el pueblo, al igual que se reduce la vista de las construcciones, disminuye el ruido hasta que desaparece.

   En los días de sol el globo proyecta una sombra redonda sobre los sembrados, calles y azoteas, y parecen hacerse visibles las capas de aire atravesadas por la voz de los perros. Más allá de lo que prometen los folletos publicitarios, volar en globo es una experiencia extraña y sobrecogedora, en la que los viajeros sienten el privilegio de volar sin techo, sin cabina, sin alas, con un temblor parecido al que sufre quien entra en la mar desnudo y a oscuras. 

   Algo así siente quien escribe. Atento al eco del ladrido, trata de comprender la voluntad de los perros, que miden la distancia, o el peligro; quien escribe es viajero que se asoma y percibe de golpe un espacio sin números, y recuerda por un instante cómo nacieron los dioses.





domingo, 3 de marzo de 2013

Memoria de papel





Un rectángulo de papel amarillo
dice que yo he escrito ese nombre.
Que no le importa si no recuerdo,
dice, mientras oigo caer la primera gota de un chaparrón.
También dice que eso es pasado,
que no para de llover desde hace una semana.
Que volví a casa
            (las luces de la tarde escampada se me agarran a los ojos,
            las luces de los semáforos y las farolas,
            el rojo freno de los coches en la ciudad limpia,
            a mi voz se enganchan las nubes,
                        perros oscuros a punto de ladrar más agua),
llena de rabia, dice el rectángulo,
porque me perdí el final de la historia,
qué hizo ese hombre con la llave
que recogió del charco
y se guardó en el bolsillo
mientras yo seguía caminando.

                                                                                               

sábado, 9 de febrero de 2013

Año salvaje.






Este año viene tan sucio
que yo palabro en latas de conserva
para aliviar la mixtura del plástico podrido,
la raspa y la hoja de lechuga.

Palabro también en el café 
volcado en la mesa,
haciendo río por mi falda 
hasta la alcantarilla.
En los amigos que se traicionan 
en las esquinas de los bares.
En las parejas que tragan piedras
y las eructan en estado de shock.


  Mañana las noticias darán cuenta del alcance de los proyectiles, cerrará el ojo de la cámara nuestro propio ojo y  ninguna madre nos lavará detrás de las orejas.
                                 
               Este año salvaje que convoca a las palabras
y las castiga a la jungla sin cenar.