Sus paredes se camuflan
en el aire sucio y la desgana de los viandantes.
La casa de piedra es también de paja y de cemento
y de agua de mar.
Hay mosquitos hambrientos que obedecen a la noche.
Hay corazones de piedra, de cemento, de agua
y de mar.
Allí vivió un hombre ciego
durante cincuenta y tres años.
Estudió todos los rincones de la casa,
cada ventana,
los muebles antiguos.
Subsistió con los alimentos que aprendió a cultivar
en el pequeño huerto de la entrada,
y aprendió a contar los días
a través del tacto de sus muros.
Como un reloj de sol, sus manos
medían el recorrido de la luz
y de la sombra.
Una mañana,
el ciego despertó con el canto de un pájaro
que entró por la ventana, por primera vez.
Un pájaro huérfano, perdido, loco.
Y también http://angilafiera.blogspot.com.es/2013/02/habitacion-de-invitados-4-lidia-esteban.html
y http://angilafiera.blogspot.com.es/2011/07/la-casa-contiene-1-y-2.html
Un poema de Elena Berrocal Luna.
Una fotografía de LaFiera.
Y también http://angilafiera.blogspot.com.es/2013/02/habitacion-de-invitados-4-lidia-esteban.html
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2 comentarios:
La imagen es monumental. Como la casa de piedra.
Como un reloj de sol, sus manos
medían el recorrido de la luz
y de la sombra.
Gracias, Darío.
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